capitulo dieciséis:
—Tú te has parado en la señal de stop. Soy yo el que te ha dado. Tu
monstrua lo comprenderá.
—Es evidente que no has tenido el placer de conocer a Rhoda.
—Dile que yo me encargaré de tu coche.
Le ignoró, caminó de vuelta al Jeep para coger su mochila y sacó el
teléfono de su soporte en el salpicadero. Llamaría a su padre primero.
Apretó el número dos de la memoria. En el número uno aún tenía el móvil
de Diana. lali no podía cambiarlo.
Menuda sorpresa: el teléfono de su padre no dejaba de sonar. Después de
su largo turno a mediodía, tenía que preparar como tres millones de kilos
de marisco hervido antes de salir del restaurante, así que seguramente tenía
las manos llenas de antenas de gambas.
—Te lo prometo —estaba diciendo el chico de fondo—, todo va a salir
bien. Te lo compensaré. Mira, me llamo…
—Chisss. —Levantó una mano, le dio la espalda y avanzó hasta quedar
al borde del campo de caña de azúcar—. Me he despistado con tu «Es una
Chevy».
—Lo siento. —La siguió y sus zapatos aplastaron los gruesos tallos de
caña cerca de la carretera—. Deja que te explique…
lali buscó entre sus contactos el número de Rhoda. Rara vez llamaba
a la esposa de su padre, pero en esa situación no le quedaba más remedio.
El teléfono dio seis tonos antes de que se oyera el mensaje interminable del
buzón de voz de Rhoda.
—¡Para una vez que de verdad quiero que lo coja!
Marcó el número de su padre una y otra vez. Probó con el de Rhoda dos
veces más antes de meterse el móvil en el bolsillo. Contempló como el sol
se escondía tras las copas de los árboles. Sus compañeras de equipo ya
estarían vestidas para la carrera. La entrenadora echaría un vistazo al
aparcamiento para ver si estaba el coche de lali. La muñeca derecha
seguía dándole punzadas. Apretó los ojos por el dolor mientras se la
llevaba al pecho. Se había quedado tirada. Comenzó a temblar.
«Encuentra cómo salir de la madriguera, niña.»
La voz de Diana sonó tan cerca que lali se mareó. Se le puso la carne
de gallina en los brazos y algo le abrasó la garganta. Al abrir los ojos, el
chico estaba justo delante de ella. La miraba con una preocupación
cándida, del modo en que ella miraba a los mellizos cuando uno de ellos
estaba muy enfermo.
------------------------------continuara---------------------------------------
-corto pero despues subo mas
-comenten
—Tú te has parado en la señal de stop. Soy yo el que te ha dado. Tu
monstrua lo comprenderá.
—Es evidente que no has tenido el placer de conocer a Rhoda.
—Dile que yo me encargaré de tu coche.
Le ignoró, caminó de vuelta al Jeep para coger su mochila y sacó el
teléfono de su soporte en el salpicadero. Llamaría a su padre primero.
Apretó el número dos de la memoria. En el número uno aún tenía el móvil
de Diana. lali no podía cambiarlo.
Menuda sorpresa: el teléfono de su padre no dejaba de sonar. Después de
su largo turno a mediodía, tenía que preparar como tres millones de kilos
de marisco hervido antes de salir del restaurante, así que seguramente tenía
las manos llenas de antenas de gambas.
—Te lo prometo —estaba diciendo el chico de fondo—, todo va a salir
bien. Te lo compensaré. Mira, me llamo…
—Chisss. —Levantó una mano, le dio la espalda y avanzó hasta quedar
al borde del campo de caña de azúcar—. Me he despistado con tu «Es una
Chevy».
—Lo siento. —La siguió y sus zapatos aplastaron los gruesos tallos de
caña cerca de la carretera—. Deja que te explique…
lali buscó entre sus contactos el número de Rhoda. Rara vez llamaba
a la esposa de su padre, pero en esa situación no le quedaba más remedio.
El teléfono dio seis tonos antes de que se oyera el mensaje interminable del
buzón de voz de Rhoda.
—¡Para una vez que de verdad quiero que lo coja!
Marcó el número de su padre una y otra vez. Probó con el de Rhoda dos
veces más antes de meterse el móvil en el bolsillo. Contempló como el sol
se escondía tras las copas de los árboles. Sus compañeras de equipo ya
estarían vestidas para la carrera. La entrenadora echaría un vistazo al
aparcamiento para ver si estaba el coche de lali. La muñeca derecha
seguía dándole punzadas. Apretó los ojos por el dolor mientras se la
llevaba al pecho. Se había quedado tirada. Comenzó a temblar.
«Encuentra cómo salir de la madriguera, niña.»
La voz de Diana sonó tan cerca que lali se mareó. Se le puso la carne
de gallina en los brazos y algo le abrasó la garganta. Al abrir los ojos, el
chico estaba justo delante de ella. La miraba con una preocupación
cándida, del modo en que ella miraba a los mellizos cuando uno de ellos
estaba muy enfermo.
------------------------------continuara---------------------------------------
-corto pero despues subo mas
-comenten
más más más más
ResponderEliminarHacelo un poco más largo al cap por fa Aunque sea uno o dos párrafos más besos
ResponderEliminarNadie la atiende ,y el chico sigue ahí para ella
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